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¿Para invertir necesito tener suerte?

Una de las cosas que más disfruto en la vida es viajar. Las inversiones en bienes raíces que no necesitan de tu presencia para que funcionen, son un excelente instrumento para gozar de tus recorridos sin preocupaciones.

 

Si los activos en papel son lo tuyo, excelentes noticias:

 

¡Puedes llevarlos contigo de paseo

a cualquier lugar en donde haya internet!

 

Hace unos días, en uno de mis viajes, me encontraba compartiendo un espacio por medio de “Airbnb” con otros viajeros. Pienso que es una excelente opción utilizar esta innovadora aplicación cuando lo que buscas es un lugar intermedio entre un hostal y un hotel.

 

Era de noche, yo estaba haciendo un análisis técnico del índice “Standar and Poor´s 500” y de sus contratos de futuros, cuando una pareja de huéspedes iban arribando a la casa después de un largo vuelo.

 

Yo estaba trabajando en un escritorio situado en la sala. Ellos entraron al lugar, cruzamos miradas y amablemente intercambiamos saludos. Observaron mi computadora abierta que mostraba una gráfica de un año con periodicidad diaria, una línea azul que la dividía que representaba ni más ni menos que un promedio móvil de doscientos días, y en la parte inferior, unas barras de colores verdes y rojas que me permitían apreciar el volumen de las transacciones.

 

Inmediatamente después, me dijeron:

 

“¡Fantástico! Parece que estás trabajando

en la bolsa o algo así”.

 

Les respondí:

 

Efectivamente”.

 

Uno de ellos me afirmó:

 

“Es una manera de hacer dinero fácil.

Pero necesitas mucha suerte”.

  

No me pareció del todo acertado su comentario, así que se lo complementé mencionándole:

 

“Sí. Necesitas suerte. Pero esta no llegará a ti si en algún punto de tu vida no generaste que tu educación financiera y la oportunidad se juntaran en el camino”.

  

“Educación más oportunidad es igual a suerte”.

 

Al final de cuentas no fueron ni las personas adecuadas, ni un buen momento para predicar la verdad, pues se despidieron de mi dándome las buenas noches y sin haber digerido la perla que les acababa de regalar.

 

Sus últimas palabras del día fueron:

 

“¡Sergio, buena suerte!”.

 

El hecho de que todos, independientemente de nuestra profesión u oficio, estemos de alguna manera vinculados a las finanzas, provoca que tengamos una opinión que parte desde una visión, la mayor parte de las veces muy estrecha. 

 

Hay un viejo refrán que canta:

 

“Cada uno habla de la feria como le va en ella”.

 

¡Cuidado! No dejes que gente “bien intencionada” venga a robarte tus ilusiones de convertirte en inversionista profesional, diciéndote que eso es fácil y mucho menos afirmándote que necesitas sólo suerte.

 

A lo largo del tiempo he comprobado que en el tema de las inversiones, entre más preparado estoy, más oportunidades de ganar puedo identificar.

 

O en otras palabras, entre más educado financieramente me vuelvo, más fácil se vuelve invertir y más suerte tengo.

 

¡Te deseo que tú mismo

construyas tu propia suerte!



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